Plaza de Armas de Arequipa

Plaza de Armas de Arequipa

Punto central y núcleo de la vida urbana alrededor del cual se desarrolla la ciudad, es grande y cuadrada, con marcado declive, es reconocida por la armonía simétrica arquitectónica, rodeada de forma paralela por la catedral, y tres lados con doble arquería formado por portales labrados de granito y sillar y bóveda de ladrillo, en la cual también podremos observar la catedral. En el centro de la plaza resalta una pileta construida en bronces, esta presenta la escultura de un duendecillo que porta una trompeta, este peculiar personaje es llamado tambien Tururu. Otros mitos cuentan que este representaba a un soldado del Siglo XVI.

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En el corazón de la ciudad se halla la Plaza de Armas. Arequipa, como otras ciudades en la colonia española, fue fundada sobre una cuadrícula. Sin embargo, la plaza presenta características singulares en comparación con otras plazas de su época en Hispanoamérica: la regularidad geométrica de su traza urbana, su gran tamaño (110 x 110 m), la continuidad de su perfil circundante y la disposición de su iglesia mayor, cuyo eje mayor se encontraba paralelo a la plaza, y no perpendicular, como era la tradición.

Este espacio fue concebido, desde su fundación en 1540, como el ámbito donde se desarrollarían las principales actividades religiosas, sociales, cívicas y de entretenimiento (como corridas de toros) de la ciudad. Pero la principal función de la plaza hasta 1868 fue la actividad comercial, ya que funcionaba como un mercado abierto. Y es que el término plaza en español, a diferencia de su equivalente en inglés square, no sólo implica un espacio abierto en la ciudad, sino también «donde se venden los mantenimientos y se tiene el trato común de los vecinos, y donde se celebran las ferias, los mercados y fiestas públicas.»

Antes de 1868 los portales que circundan la plaza en sus costados este, sur y oeste eran heterogéneos en su número, tamaño y altura, ya que (los portales del sur, correspondientes a la municipalidad, eran de dos pisos mientras que el resto era sólo de uno). El terremoto de 1868 destruyó los portales, y durante la reconstrucción se decidió uniformizar tanto el número como en tamaño y estilo de las tres arquerías, recurriendo a formas neoclacisistas bajo un proyecto de Brugada y con modificaciones del ingeniero Augusto Tamayo. Usaron para ello roca volcánica, sienita, basanita del volcán Misti, sillar rosado y ladrillos de Cañahuas.

En 1915 la municipalidad decidió construir un segundo nivel sobre las arquerías. Este segundo nivel, diseñado por el arquitecto Guidi, tenía ventanas cerradas y decoraciones en un estilo veneciano, coronadas por una balaustrada y con un ornamento especial frente a la municipalidad. Este recurso incrementó la sensación de cerramiento de la plaza, ya que un solo nivel permitía que su espacio se fugue, incrementando el ángulo visual de elevación de 3 a 7 grados.

Sin embargo, los terremotos en 1958 y 1960 ocasionaron graves daños a estas arquerías, por lo que se decidió reconstruirlas dejando los arcos vacíos en ambos niveles, forma que conserva en la actualidad.

 

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