Periodo Lítico

Periodo Lítico

El periodo Lítico (15000 a.n.e.-7000 a.n.e. aprox.) es llamado también Pre-Agrícola, pues sus grupos humanos representantes tenían una economía parasitaria o depredadora, desconocían las técnicas de producción agropecuaria, sus fuentes de alimentación provenían de la cacería, la recolección y la pesca.

Los sitios arqueólogicos más representativos de este periodo son: Paccaicasa (Ayacucho), Chivateros(Lima), Toquepala (Tacna), Paiján (La Libertad) y Lauricocha (Huánuco).

Los Andes centrales comprenden los actuales territorios de Ecuador, Perú y Bolivia, así como la parte septentrional de Chile y el noroeste argentino.

La geografía de esta región está determinado por la Cordillera del los Andes. Esta se extiende en dirección norte – sur dividiendo, la franja costera de la llanura amazónica ubicada hacia el oriente. La cordillera consta de una serie de cadenas, entre las cuales, los ríos de las cuencas del Pacífico y el Amazonas forman valles interandinos, de variada extensión y clima templado. A mayor altura se encuentran una serie de mesetas de clima seco y frío conocidas como punas, en cuyo terreno plano hay una serie de lagos y lagunas altoandinas. La principal de estas mesetas es la del Collao entre los actuales territorios de Bolivia y Perú. En ella se encuentra el Lago Titicaca.

La costa del Pacífico es árida desde Chile hasta el norte peruano. En regiones como el desierto de Atacama (norte chileno) no se han registrado lluvias en años, incluso siglos. La aridez del terreno es cortada por ríos que descienden de la sierra. Estos forman valles fértiles, favorables propicios para la agricultura, aunque la mayoría de estos ríos se secan durante el invierno austral. La abundancia de neblinas en la costa del Pacífico permite la formación de un ecosistema particular, conocido como las lomas. Estas son pequeñas elevaciones en las inmediaciones del mar que, durante los meses de invierno, se cubren de vegetación gracias a la humedad de las neblinas. Desde el extremo norte peruano, las condiciones climáticas de la costa cambian notablemente, pues se elevan las temperaturas y aumentan las precipitaciones, al punto que la costa de Ecuador, en torno al golfo de Guayaquil tiene un clima tropical que permite una gran abundancia de diversas especies de flora y fauna.

Hacia el oriente de la cordillera se extiende la selva, pero esta escapa en su mayor parte al área cultural de los Andes Centrales. Sólo las estribaciones orientales de la Cordillera de los Andes, zona de transición entre sierra y selva conocida como ceja de selva, fue colonizada desde la sierra en un notable esfuerzo por expandir la frontera agrícola.

Aspecto Económico

En el periodo lítico la vida para el hombre andino era difícil. Su sobrevivencia dependía básicamente de la caza de animales y de la recolección de alimentos, principalmente vallas y frutos. Si bien para América del Sur la información sobre la actividad recolectora es escasa y no muy precisa, no hay duda de que tuvo un rol importantísimo como sustento del hombre arcaico. Se cree que los Andes centrales fueron escogidos como hábitat por sus ventajas frente a otras zonas especialmente por la relativa cercanía entre los pisos altitudinales que permitieron (y permiten aún) el aprovechamiento simultáneo de alimentos.

Antes de cazar los hombres de esta época preferían consumir los animales muertos por causas naturales o atacar a los moribundos, o a los atrapados en pantanos, grietas o cuevas.

Variados estudios realizados a partir del análisis de los huesos encontrados en las cuevas de Pikimachay, Jaywamachay (Ayacucho) y Uchcumachay (Junín) indican que el hombre andino prefirió cazar mastodontes, perezosos gigantes (megaterios), paleocaballos, venados y camélidos. En la caza participaban numerosos hombres y poseían diversos métodos para capturar y matar animales. Cuando el animal era muy grande como para enfrentarlo directamente se le rodeaba y acorralaba frente a un precipicio para que se desbarrancara. Cuando iban en manadas se les rodeaba, y con arcos, flechas y lanzas rudimentarias se hería a los animales. Fue de esta manera como cazaron guanacos y vicuñas.

Con el pasar de los años las pequeñas bandas de cazadores y recolectores ocuparon la mayor parte de pisos ecológicos, especialmente los valles costeños y andinos, las lomas húmedas y las altiplanicies andinas ubicadas a más de 3,500 metros sobre el nivel del mar. Esta penetración del territorio hizo que el hombre se adapte a las condiciones propias del lugar y se amolde a su geografía, clima, flora y fauna. Así se desarrollaron estrategias de subsistencia validas para zonas concretas. Por sus características es posible agruparlas en tres grandes patrones de adaptación: Tradición lítica en los Andes, tradición paijense (costa), tradición noreste (aplicados a los artefactos realizados con piedra, como proyectiles y que principalmente se adaptaron a las regiones costeras del actual Ecuador).

La tradición Lítica

Pequeñas banda de cazadores y recolectores en su Cueva

Por miles de años las cuevas y abrigos rocosos ubicados a mas de 4,000 metros sobre el nivel del mar fueron la estancia predilecta de las pequeñas bandas de cazadores y recolectores de los Andes centrales. Se cree que la posesión de estos lugares originó fuertes disputas entre las diferentes bandas locales ya que una cueva ofrecía inmejorables posibilidades para un resguardo efectivo frente al frío de la puna y al ataque de los grandes animales. En las paredes de estas cuevas los primeros habitantes del actual territorio peruano dejaron su huella a través de dibujos y arte rupestre principalmente escenas referidas a la caza de guanacos y vicuñas. La economía de los hombres andinos se basó en la caza de camélidos, ciervos, vizcachas, cuyes y otros roedores y en la recolección de raíces y tubérculos silvestres. Para ello no contaban mas que con toscas herramientas de piedra (puntas de proyectil, cuchillos, hachas) y hueso (anzuelos principalmente).

Desde Cajamarca por el norte hasta Puno por el sur, se han encontrado, en abrigos rocosos naturales, restos óseos y líticos que oscilan entre los 20,000 y 10,000 a.C.. De estos lugares los restos mas conocidos se encuentran en las cuevas de Lauricocha(Huánuco), Guitarrero (Ancash), Telarmachay (Junín), y Pikimachay (Ayacucho). A pesar de ser contemporáneos en el tiempo estos restos se diferencian unos de otros, pues al parecer los hombres andinos se habrían adaptado a la geografía particular del lugar, elaborando sub-patrones específicos de subsistencia para cada sitio.

Organización Social

No es posible hablar con mucha certeza sobre la organización social de los cazadores y recolectores del periodo arcaico. A partir de los utensilios y herramientas encontradas y de la variedad de restos de alimentos hallados en las excavaciones arqueológicas, algunos investigadores establecen que debió tratarse de grupos de cazadores y recolectores de hasta 20 individuos cuyo radio de ocupaición iba entre los 9 a 10 km.. El jefe o líder de la banda debió haber sido el más fuerte o el mas hábil cazador quien defendía al grupo ante cualquier situación de peligro. Para algunos casos se cree que la banda estaba dominado por un hombre que iba acompañado por un promedio de 7 mujeres y ocupaban un pequeño pero organizado territorio. Hacia el 8,000 a.C: hubo una división del trabajo: los hombres se dedicaban a las actividades que mayor ejercicio físico requería (cazar o pescar), las mujeres y jóvenes a la recolección de frutos y raíces y los ancianos y niños pequeños se quedaban en el campamento sin mayor trabajo que el de vigilar los alrededores.

Vestigios

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Industria Lítica de Chivateros

Al poblador del periodo arcaico se le conoce mayormente por las herramientas e instrumentos que fabricaron que por los restos encontrados en los diferentes estadios culturales. Son tres las grandes tradiciones que permiten un análisis interpretativo: tradición lítica de los Andes, tradición paijense y tradición noreste. En la tradición serrana la industria lítica se compuso principalmente de puntas de proyectil con especiales características para la caza de grandes mamíferos: puntas con forma de hoja, triangulares o con espinas laterales. Por su tamaño y forma estas puntas debieron utilizarse en las lanzas o como dardos para la caza de tarucas y camélidos, principalmente guanacos. En la confección de utensilios domésticos los raspadores tuvieron un papel fundamental en la trata de pieles.

Fueron de uso común los chancadores o machacadores que sirvieron para romper huesos y extraer la médula ósea, ya sea para consumo o para la elaboración de algún rito ofrendatorio. Solo en pocas cuevas secas se han conservado algunas herramientas de madera. En la tradición paijense las herramientas, principalmente los cuchillos y puntas líticas, variaron en forma y tamaño. Fueron más finas que las de la sierra y eran de forma triangular con bordes rectos aunque algunas veces también se las han encontrado cóncavos. La ausencia de raspadores indica que la caza de animales como camélidos o cérvidos fue poco practicada. Las puntas líticas más grandes fueron utilizadas principalmente para la pesca.

En lo que se refiere a la vivienda, existe igualmente diferentes formas de adaptarse a la geografía y al clima de la costa y la sierra. La sierra posee abrigos rocosos y cuevas que fueron el principal refugio para los pobladores serranos. A través de dibujos y pinturas en estas cuevas los hombres dejaron huellas de su vida y organización social. En los suelos, los fogones y hornos nos dan cuenta de su vida domestica.

En la costa predominó la presencia de talleres y campamentos al aire libre. La extensión de los estos lugares dependió principalmente de la cantidad de habitantes que poseía pero cabe recordar que la población de estos sitios era flotante. Al parecer se construyeron parapetos circulares que servían como protección frente a los fuertes vientos, comunes en toda la costa peruana.

Pinturas Rupestres

En las paredes de las cuevas los hombres del arcaico dejaron las huellas e impresiones de su quehacer diario. Ya sea porque fue parte de un rito ancestral o porque simplemente quisieron expresar un hecho importante en sus vidas, las pinturas rupestres son, que duda cabe, uno de los principales registros que el hombre andino ha dejado y que después de miles de años se conservan intactas. Todas las pinturas se encuentran en sitios de difícil acceso y en las partes medias y altas de la cordillera.

La constante en las distintas pinturas rupestres es la escena de caza. Hombres armados con lanzas se abalanzan sobre camélidos y cérvidos y estos huyen despavoridos, pero muchos de ellos ya han sido heridos. Las pinturas permiten establecer la dieta del hombre andino y conocer las herramientas con las que cazaban y obtenían su sustento diario. Se cree que estas pinturas responden a ritos ofrendatorios relacionados con la caza con el fin de que los animales no se vayan o no se terminen en la zona y por esta razón los hombres deban emigrar a otros lugares en búsqueda de alimento.

Entre los principales pinturas rupestres se encuentran las ubicadas en las cuevas de Lauricocha, Chuiqichaca (Junín), Huargo (Huánuco) y Toquepala (Tacna).

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